Toda nuestra vida puede ser una continua oración, haciendo todo por amor a Dios. Y una manera eficaz de hacerlo todo por Dios es repetir constantemente una jaculatoria o frase de amor. Decía san Juan Crisóstomo: Aunque estés fuera de la iglesia, exclama: Ten piedad de mí. No te contentes con mover los labios, grita con el pensamiento. Incluso los que se callan son escuchados por Dios. Lo que importa no es el lugar. Reza de viaje, en la cama, en el trabajo, en cualquier lugar que sea. Eres templo de Dios, no te preocupes del lugar, sólo tu voluntad es necesaria.
San Pablo nos dice claramente: Orad sin interrupción (1 Tes 5, 17). Quiero que oren en todo lugar (1 Tim 2, 8). Orad en todo tiempo (Ef 6, 18).
Lo importante es el amor con que decimos las palabras. A una enamorada no le importa que su novio le diga siempre las mismas palabras de amor, porque cada día le parecen distintas y, además, porque cada día necesita escucharlas para sentirse feliz. Por eso, el que ama nunca se cansa de amar y de decir las mismas cosas. El amor es siempre igual y siempre distinto. Por ello, la oración es siempre igual y siempre distinta.
Dios, que es nuestro Padre, está locamente enamorado de nosotros y siempre nos dice las mismas palabras en nuestro interior: Tú eres mi hijo querido, un latido de mi corazón hecho historia. Tú eres lo más importante del mundo para mí. Te amo infinitamente. ¿Seremos capaces de creernos estas palabras amorosas de Dios? ¿O acaso no podemos creer que Dios nos ama infinitamente?
Nos lo dice
Cuando leas
¿Serás capaz de responder a tanto amor con tu propio amor? Una bella manera de responder a su amor es repetirle constantemente que lo amas, para hacer así una oración ininterrumpida. Repetir jaculatorias u oraciones cortas es una costumbre muy antigua en
La jaculatoria más famosa y que más se ha repetido a lo largo de la historia cristiana es la llamada oración a Jesús. Es la oración del ciego de Jericó: Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí (Lc 18, 38). Esta oración, con diferentes modalidades, ha sido una oración modelo para muchos monjes del desierto con la que se han santificado innumerables personas en el mundo entero.
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