Puede realizar un ejercicio por día en el orden que desees. Recuerda comenzar siempre invocando al Espíritu Santo. La consigna de esta semana es pedirle al Señor el gusto por la oración.
1) Modalidad de oración escrita: Escogeremos un lugar tranquilo donde podamos estar a solas con el Señor. Luego de relajarnos y aquietar nuestra mente vamos a escribirle una carta a la Virgen María pidiéndole que nos enseñe a orar y nos conceda la gracia de disfrutar los momentos de oración como ella supo hacerlo siempre. Le expresaremos las dificultades que tenemos para rezar y le pediremos que nos ayude a superarla. Finalmente, quemaremos esta carta como signo de nuestro deseo de que nuestra petición llegue al cielo (haz esto con mucho cuidado, conviene poner la hoja en un tacho de lata y dejar allí que se consuma). Esta modalidad de oración es recomendable para momentos de dispersión ya que el tener que escribir nos ayuda a concentrarnos.
2) Queremos dejar que el Señor transforme nuestra vida. Por eso te recomienda que intentes aplicar esta modalidad de oración:
Ejercicio de acogida
Así como en el ejercicio Salida y quietud, el "yo" sale y se fija en el TU, en este ejercicio de acogida, yo permanezco quieto y receptivo, y el TU sale hacia mí y yo acojo, gozoso, su llegada. Es conveniente efectuar este ejercicio con Jesús resucitado.
Utilizamos el verbo sentir. Sentir no en el sentido de emocionarse, sino de percibir. Se pueden sentir tantas cosas sin emocionarse. Siento que el suelo está frío, siento que la cabeza me duele, siento que hace calor, siento tristeza.
Ayúdate de ciertas expresiones (que al final indicaré), comienza a acoger, en la fe, a Jesús resucitado y resucitador que llega a ti. Deja que el Espíritu de Jesús entre e inunde todo tu ser. Siente que la presencia resucitada de Jesús llega hasta los últimos rincones de tu alma mientras vas pronunciando las expresiones.
Siente cómo esa Presencia toma plena posesión de lo que eres, de lo que piensas, de lo que haces; cómo Jesús asume lo más íntimo de tu corazón. En la fe, acógelo sin reservas, gozosamente. En la fe, siente cómo Jesús toca esa herida que te duele; cómo Jesús saca la espina de esa angustia que te oprime; cómo te alivia esos temores, te libera de aquellos rencores. Hay que tomar conciencia de que esas sensaciones generalmente se sienten en la boca del estómago como espadas que punzan. Por eso se habla de la espada del dolor. Luego salta a la vida. Acompañado de Jesús y revestido de su figura, haz un paseo por los lugares donde vives o trabajas. Preséntate ante aquella persona con quien tienes conflictos. Imagínate cómo la miraría Jesús. Mírala con los ojos de Jesús. Cómo sería la serenidad de Jesús si tuviera que enfrentarse con aquel conflicto, afrontar esta situación, qué diría a esta persona, cómo serviría en aquella necesidad. Imagina toda clase de situaciones, aun las más difíciles, y déjale a Jesús actuar a través de ti: mira por los ojos de Jesús, habla por su boca, que su semblante aparezca por tu semblante. No seas tú quien viva en ti sino Jesús. Es un ejercicio transformante o cristificante. Toma una posición orante. Igual que en el ejercicio Salida y quietud, después de pronunciar y vivir la frase quédate un tiempo quieto y en silencio, permitiendo que la vida de la frase resuene y llene el ámbito de tu alma.
Jesús, entra dentro de mí.
Toma posesión de todo mi ser.
Tómame con todo lo que soy.
lo que pienso, lo que hago.
Toma lo más íntimo de mi corazón.
Cúrame esta herida que tanto me duele.
Sácame la espina de esta angustia.
Retira de mí estos temores,
rencores, tentaciones...
Jesús, ¿qué quieres de mí?
¿Cómo mirarías a aquella persona?
¿Cuál sería tu actitud en aquella dificultad?
¿Cómo te comportarías en aquella situación?
Los que me ven, te vean, Jesús.
Transfórmame todo en ti.
Sea yo una viva transparencia de tu persona.
3) Para sumergimos en las profundidades del misterio de Dios te sugiero esta modalidad de oración:
Salida y quietud
En este ejercicio se pronuncia mentalmente o en voz suave alguna expresión (que más tarde señalaré).Apoyado en la frase, el yo sale hacia el TU. Al asumir y vivenciar el significado de la frase, ésta toma tu atención, la transporta y deposita en un TU. Hay, pues, un movimiento o salida. Y así, todo yo queda en todo TU. Queda fijo, inmóvil. Hay, pues, también una quietud.
Quiero decir: no debe haber movimiento mental. Es decir, no debes preocuparte de entender lo que la frase dice. En todo entender hay un ir y venir. Nosotros, ahora, estamos en adoración. No debe haber, pues, actividad analítica.
Al contrario; la mente, impulsada por la frase, se lanza hacia un TU, quieta y adherida, admirativamente, contempladora posesivamente, amorosamente. Por ejemplo, si dices "Tú eres la Eternidad Inmutable" no debes preocuparte de entender o analizar cómo y por qué Dios es eterno, sino mirarlo y admirarlo estáticamente como eterno.
Después de silenciar todo el ser, haz presente en la fe a Aquel en quien existimos, nos movemos y somos. Comienza a pronunciar las frases en voz suave. Trata de vivir lo que la frase dice hasta que tu alma quede impregnada de la sustancia de la frase.
Después de pronunciarla, quédate en silencio unos treinta segundos o más, mudo, quieto, como quien escucha una resonancia, estando la atención inmóvil, compenetrada posesivamente, identificada adhesivamente con la sustancia de la frase, que es Dios mismo.
En este ejercicio tienes que dejarte arrebatar por el TU. El "yo" prácticamente desaparece mientras que el TU domina toda la esfera.
He aquí unas cuantas expresiones que pueden servir para este ejercicio:
Tú eres mi Dios.
Desde siempre y para siempre Tú eres Dios.
Tú eres eternidad inmutable.
Tú eres inmensidad infinita.
Tú eres sin principio ni fin.
Estás tan lejos y tan cerca.
Tú eres mi todo.
Oh profundidad de la esencia
y presencia de mi Dios.
Tú eres mi descanso total.
Sólo en Ti siento paz.
Tú eres mi fortaleza.
Tú eres mi seguridad.
Tú eres mi paciencia.
Tú eres mi alegría.
Tú eres mi vida eterna,
grande y admirable Señor
Nota: no olvides anotar tus experiencias para tener un registro de lo que Dios va haciendo en vos. Bendiciones!
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