lunes, 31 de enero de 2011

Ejercicios de oración para la cuarta semana

1) Orar con la Palabra de Dios: Tomarás para tu oración personal alguno de las siguientes citas bíblicas: Sal 34 Llamé al Señor y él me respondió; 1Tes 5,13b-18 No ceséis de orar;
Lc 18,1-8 Orar constantemente y sin desfallecer.

Recuerda que la Biblia se divide en libros, capítulos y versículos.
Ejemplo: 1 Tes 5, 13b-18 significa que debes buscar la primera carta a los Tesalonicenses en el capítulo 5 (número más grande) y leer los versículos (números pequeños) del 13b (o sea a partir del primer punto de la oración) hasta el versículo 18. Puedes buscar el libro en el índice. Entonces, habiendo encontrado el libro, busca el capítulo y finalmente el versículo.

Medita el texto siguiendo la metodología de lectura orante: En la primera lectura quédate simplemente en lo que el texto dice, imaginando la escena. En la segunda lectura detente en aquellos versículos que más te llegan y ora sobre ellos, preguntándote que te dice el texto. En la tercera lectura, entrégale al Señor lo que sientes que él te invita a entregarle o pedirle en este día. Sobre este método puedes leer: http://tallerdeoracionjuanpabloii.blogspot.com/2009/10/actitudes-para-realizar-lectio-divina.html

2) Seguramente hay muchas cosas que necesitas pedirle a Dios para poder seguir creciendo en tu vínculo con él. Puedes dedicarte en esta oportunidad a suplicarle lo que necesitas recibir. Sobre esta modalidad lee en el blog: http://tallerdeoracionjuanpabloii.blogspot.com/2009/10/la-oracion-de-suplica.html

No olvides que la petición principal de esta semana es pedir la gracia de aprender a orar, que podamos encontrarnos con él en la oración, escuchar su voz.

3) Puedes también rezar la siguiente oración “Encuentro. Manual de oración”: Tu rostro busco, Señor

Deja por un momento tus preocupaciones habituales, hombre insignificante, entra por un instante dentro de ti mismo, alejándote del tumulto de tus pensamientos confusos y las preocupaciones inquietantes que te oprimen. Descansa en Dios por un momento, descansa solo un instante en él.

Entra en lo más profundo de tu alma, aleja de ti todo, excepto a Dios y lo que te pueda ayudar a encontrarlo. Cierra la puerta de tu habitación y búscalo en el silencio. Di a Dios con todas tus fuerzas: “Busco tu rostro, tu rostro busco, Señor”.

Y ahora: “Señor y Dios mío, enséñame cómo y donde tengo que buscarte, en donde y como te alcanzaré” “Si no estás en mí, Señor, si estás ausente ¿en dónde te encontraré? Si estas en todas partes, ¿Por qué no te haces aquí presente? Es cierto que habitas en una luz inaccesible pero ¿en dónde está esa luz inaccesible? ¿Cómo me acercaré a ella? ¿Quién me guiará y me introducirá en esa luz para que en ella te contemple? ¿En qué huellas, en que signos te reconoceré? Nunca te vi, Señor y Dios mío, no conozco tu rostro.

Dios Altísimo ¿Qué hará este desterrado lejos de ti? ¿Qué hará este servidor sediento de tu amor, que vaga lejos de ti? Desea verte y tu rostro está muy distante de él. Dese reunirse contigo y tu morada es inaccesible. Arde en deseos de encontrarte e ignora donde moras. No suspira sino por ti y nunca vio tu rostro.

Señor, tu eres mi Dios, tu eres mi Señor, pero no te conozco. Tú me creaste y me redimiste, Tú me diste cuanto tengo pero aun no te conozco. Fui creado para verte y aun no puedo alcanzar el fin para el que fui creado.

Y tú, Señor, ¿hasta cuándo nos olvidarás, hasta cuando esconderás tu rostro? ¿Cuándo mirarás hacia nosotros? ¿Cuándo nos escucharás? ¿Cuándo iluminarás nuestros ojos y nos mostraras tu rostro? ¿Cuándo responderás a nuestros deseos?

Señor, escúchanos, ilumínanos, revélate a nosotros. Atiende a nuestros deseos y seremos felices. Sin ti todo es fastidio y tristeza. Compadécete de nuestros trabajos y de los esfuerzos que hacemos para llegar a ti, ya que sin ti, nada podemos.

Enséñame a buscarte, muéstrame tu rostro, porque si tu no me lo enseñas no te podré encontrar. No te podré encontrar si tú no te haces presente. Te buscaré deseándote, te desearé buscándote. Amándote te encontraré. Encontrándote te amaré. Amen. “

4) Te propongo orar y meditar la siguiente oración del libro “Encuentro. Manual de oración” : El Dios de la fe

¡Oh, tu que no tienes nombre y eres impalpable como una sombra y sólido como una roca! Nunca serás empíricamente captado ni intelectualmente dominado, porque eres el Dios de la fe.

No eres una cosa misteriosa sino el Misterio: Aquel que no puede ser entendido analíticamente; Aquel que no será reducido a abstracciones ni categorías. Aquel a quien nunca alcanzarán los silogismos, Aquel que es para ser acogido, asumido, vivido. Aquel al que se le entiende de rodillas, en la fe, entregándose. Eres el Dios de la fe.

Las palabras más excelentes del lenguaje humano, no serán capaces de encerrar en sus fronteras ni un ápice de sustancia, no podrán abarcar la amplitud, inmensidad y profundidad de tu realidad.

Superas, abarcas, trasciendes y comprendes todo nombre y toda palabra. Eres relámete el sin nombre, verdaderamente el Inmolado. Eres el Dios de la fe.

Sólo en la noche profunda de la fe, cuando callan la mente y la boca, en el silencio total, y en la presencia total, dobladas las rodillas y abierto el corazón, solo entonces aparece la certeza de la fe, la noche se trueca en mediodía y se comienza a entender el ininteligible. Mientras tanto tenuemente vamos vislumbrando tu figura entre penumbras, huellas, vestigios, analogías y comparaciones. Pero cara a cara no se te puede mirar. Eres el Dios de la fe.

Nuestra alma desea ardientemente asirse a ti, adherirse. Queremos poseerte, ajustarnos en ti y descansar. Pero cuantas veces, al llegar a tu mismo umbral, te desvaneces como un sueño y te tornas en ausencia y silencio. Definitivamente eres el Dios de la fe.

Como los exiliados somos arrastrados hacia ti por una oscura y potente nostalgia, una extraña nostalgia por una persona que nunca abrazamos y una patria que nunca habitamos.

Nos das el aperitivo y nos dejas sin banquete. Nos distes las primicias pero no las delicias del Reino. Nos das las sombras pero no tu rostro y nos dejas como un arco tenso ¿Dónde estás?

Peregrinos de un Absoluto y buscadores de un infinito que nunca encontraremos y al no encontrarte jamás, siempre estamos destinados a caminar siempre detrás de ti como eternos caminantes en una odisea que solo acabará en las playas definitivas de la patria, cuando hayan caducado la fe y la esperanza y solo quede el Amor. Entonces sí, te contemplaremos cara a cara.

Dios mío, si yo soy un eco de tu voz ¿Cómo es que el eco sigue vibrando mientras la voz permanece en silencio? Si yo soy la sed y tú el agua inmortal ¿Cuándo acabaras de saciar esa sed?

Si yo soy el rio y tú el mar ¿Cuándo voy a descansar en ti? Te aclamo y reclamo, te afirmo y confirmo, te exijo y necesito, te añoro y te anhelo ¿Dónde estás?

Oh, tu que no tienes nombre ni figura; en la oscuridad de la noche doblo mis rodillas, me entrego a ti, creo en ti.

Nota: recuerda hacer tu examen de oración y anotar tus sentimientos en tu cuaderno destinado a este fin.

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