jueves, 24 de junio de 2010

Oración de agradecimiento

Padre Celestial, te damos gracias y te alabamos por el hermoso don que nos has dado en Jesus Eucaristia y por el maravilloso poder que existe cuando le abrimos el cenaculo de nuestros corazones.
Señor, te pido que tu amor sanador fluya en nosotros y que las areas dificiles de nuestra existencia sean sanadas, especialemente, la de la autoestima.
Que podamos aprender a amarnos para poder amarte y amar a los demás.
Te damos gracias y te alabamos, Jesús, por el trabajo que estás realizando dentro de nosotros, en este momento. Amen.

("El Poder sanador de Jesus Eucaristia" P. Gustavos Jamut)

Oración de liberación para despues de la comunión

Cristo Jesús, Salvador deseado y esperado de la historia, de mi historia, que hoy vienes a habitar en mi, con tu cuerpo y con tu sangre, ven a caminar por mi vida. Camina por mi pasado, por mi presente y por mi futuro.
Tu que caminaste por caminos, senderos y calles de pueblos y ciudades, camina hoy por mi y bendiceme en tu amor.
Tú que sanaste a los leprosos, cura la lepra espiritual que se produjo en mí, ante aquellos pecados que, por ser soberbio, debil o ignorante me sumieron en la enfermedad.Clava en tu cruz todos mis pecados y unge mis heridas con tu bendita sangre.
Tu que sanasate al sordomudo, cúrame y libérame del espiritu de sordera, que no me deja percibir tu amor y escuchar tu voz en mi interior, discernir tu voluntad y escuchar el clamor de los hermanos que sufren.
Tú que devolviste la vista a los ciegos, libérame del espiritu de ceguera, que no me permite verte en mí constantemente, y vivir en alabanza por tu inigualable belleza.
Tú que liberaste al epileptico, libérme hoy del espiritu de epilepsia y mudez que me impide comunicarme en profundidad y expresar tu Palabra con sabiduria, prudencia, claridad, afecto y firmeza.
Tu que sanaste a los paraliticos, libérame del espiritu de parálisis que me deja postrado largo tiempo, haciendome perder la virtud de la alegria y no se hacia donde dirigirme para hacer tu voluntad.
Tú que resucistaste a los muertos, resucita caminante santo, las áreas de mi historia, de mi vida que están marchitas, agonizantes o muertas.
Tú que liberaste a los oprimidos por el mal, libérame de toda fuerza o cercanía del espiritu del mal, y cólmame de tu santo y dulce Espíritu para que, por tu Gloria, brillen los dones y carismas que me diste.
Envíame a tus santos arcangeles y angeles, instrumentos de tu paz, para que me guien a lo largo del camino. Amén.

(Te recomiendo realizar, con espiritu de fe, cada día, esta oración, deteniéndote en aquel punto donde necesites mayor intervensión de Dios)

Extraido del libro "El poder pacificador de Jesús Eucaristia" P. Jamut