sábado, 4 de julio de 2009

Cultivemos la relación con el Señor

Hace poco leí un libro en el cual un pastor trataba de convencer a un hombre joven de la importancia de pasar un tiempo cada día a solas con el Señor. El hombre le respondía que le gustaría orar personalmente y comprometerse más con la iglesia, pero que estaba muy ocupado tratando de no perder el trabajo ni atrasarse en su estudio. Simplemente no tenía tiempo para nada más.
Pero, después se enamoró, y descubrió que era posible hacerse un lugar en sus horarios para estar al menos un tiempo con su novia. Como esta relación tenía prioridad en su vida quería alentarla y ayudarla a crecer, para ello modificó algunos de sus horarios completos. Vemos que su relación era más importante que su vínculo con el Señor: estuvo dispuesto a hacer sacrificios por una relación y no por otra.
¿Qué importancia tiene en nosotros el vínculo con el Señor? ¿Es una prioridad en nuestras vidas? ¿Queremos hacer cualquier esfuerzo por cultivarlo y fortalecerlo? Si es así, prácticamente ninguna circunstancia nos impedirá construir esa relación, la cual, como toda relación impersonal, requiere cierto esfuerzo de nuestra parte.
También requiere una dedicación personal significativa. Después de recibir la efusión del Espíritu hice uno de los mayores descubrimientos de mi vida: “el Señor cuidaba personalmente de mi, me amaba y quise acercarme a El” Aquel descubrimiento revolucionó mi vida. De pronto tomé conciencia de que mi relación con el Señor era una cuestión recíproca. El se había interesado en mí, se había hecho hombre y había muerto por mí en la Cruz, y ahora, a través de su Espíritu, deseaba continuar dándose a mí. Esto significaba que debía responderle, buscarle e interesarme por El.

La oración: un ingrediente esencial

Si dos personas están interesadas en edificar una amistad, tienen que pasar cierto tiempo juntas. En nuestra relación con el Señor, esto significa separar de cada día un tiempo para orar. Nos podremos engañar pensando que alcanza con orar sólo en los momentos libres, pero no es así. Ninguna relación madura florecerá si le entregamos el tiempo que nos sobra. La comunicación regular es una de las bases de toda buena relación, incluyendo nuestra relación con el Señor.
Una cosa es ser conciente de la importancia de la oración personal, y otra hacernos un tiempo para ella. La mejor forma de hacerlo es separar cada día un tiempo definido para orar, y luego comprometernos a ser fieles a ese tiempo. Nuestro periodo diario de oración debería llegar a ser una parte vital de nuestro horario.
Aun a la persona más ordenada, le pueden surgir emergencias que e requieran anular su tiempo de oración. Tales interrupciones se pueden compensar previendo algunos tiempos alternativos. Si oramos cada mañana a las 7:00, podríamos tener un tiempo de repuesto más tarde, que podamos sustituir si fuese necesario. Nuestro compromiso debería ser orar durante el tiempo que hemos programado, pero si surgiera algún imprevisto, ese tiempo alternativo nos podría sacar del apuro.

El mejor tiempo

Al buscar el momento apropiado para orar, debemos tener en cuenta que al Señor pertenece el mejor tiempo (las primicias) y no el tiempo sobrante.
Yo lo aprendí por experiencia: “cuando volví a entregarme al Señor era estudiante universitario, y las horas de mayor rendimiento las dedicaba a estudiar y oraba a ultimas horas de la noche. Por supuesto, a esa hora ya estaba cansado y mi mente estaba llena de las preocupaciones del día. Me descubría pensando sobre mis estudios o sobre como había sido el día y trataba de hacer pasar todo lo vivido por la oración. Estaba muy cansado para hacer otra cosa. En ese momento mi relación con el Señor se estancó hasta que decidí dedicarle algo de mi mejor tiempo del día. Desde entonces mi amor y mi conocimiento de El adquirieron una profundidad nueva”.
Quizá pensemos en nuestros horarios y digamos: ¡Imposible! No puedo separar parte del mejor tiempo para el Señor. Pero si queremos de veras vivir una fe cristiana hallaremos la forma de hacerlo.
¿Cuánto tiempo habría que reservar para orar? Los principiantes, llenos de entusiasmo inicial, son propensos a embarcarse en tiempos de oración de una hora, sólo para encontrarse aburridos y cansados a los 10 minutos. En general, si somos novatos es mejor elegir un tiempo breve en vez de largo; podríamos comenzar con 15 minutos, por ejemplo, luego a medida que aprendemos a orar y nos sentimos más cómodos haciéndolo, podemos extendernos hasta alcanzar el tiempo que nos conviene. Lo importante es elegir una cantidad de tiempo razonable y perseverar.

El lugar indicado

Dónde oramos es tan importante como cuanto lo hacemos. No todos los sitios posibles son necesariamente adecuados. Si nos cuesta hallar un lugar para orar, deberíamos pedirle al Señor que nos guíe a un buen sitio y también preguntarle a otros hermanos si pueden orientarnos a algún lugar adecuado. Si es posible la habitación que finalmente determinemos debería permitirnos orar y cantar en voz alta. No estaremos satisfechos con un lugar que nos permita expresarnos libremente.

La manera de orar

Una vez obtenido el tiempo y el lugar ¿Qué hacemos? Ante todo debemos estar abiertos a las inspiraciones del Espíritu Santo. Tal actitud quizá no resulte fácil a quienes siempre han rezado fórmulas, pero el Espíritu desea guiarnos. Si nos ponemos delante del Señor con esta actitud, veremos que nuestra oración se enriquece muchísimo al someternos a los impulsos del Espíritu.
Por otra parte, la oración no es algo completamente espontánea; ayuda incluir elementos específicos en nuestro tiempo delante del Señor. Por ejemplo, podemos dedicar un momento de oración a la alabanza, otra parte a leer la Biblia y otra a interceder. La clave de nuestra oración está en insistir en todo aquello que nos conduce a una oración más profunda con el Señor.
En la oración queremos rendirnos al Señor, a fin de crecer en nuestro conocimiento y nuestro amor a él, y en nuestra capacidad de escucharlo y obedecerlo.

La Sagrada Escritura y la lectura espiritual

Tan importante como separar un tiempo para orar es dedicar un tiempo diario a la lectura de la Biblia. Leemos y meditamos la Palabra de Dios para que pueda llenarnos y guiarnos. La Palabra de Dios es una protección y una fuente de fortaleza. Una de las formas de asegurarnos de leer cada día un texto de la Biblia es incorporarla a nuestro tiempo de oración.
Estudiar la Sagrada Escritura juega también una parte importante en nuestro crecimiento espiritual. Los comentarios bíblicos y otros libros de introducción a la Biblia nos ayudarán a comprender cosas tan importantes como, las intenciones del autor, el contexto en el que escribían, etc.
También ayuda leer otros libros que pongan nuestra mente y corazón más en sintonía con el Señor. En particular la vida de los santos puede tener un profundo efecto en nuestro crecimiento espiritual.

Un testimonio:

Un hermano me alcanzó un testimonio:
“Mi fracaso en la oración cotidiana la descubrí en mi falta de fidelidad. Cuando oraba, en qué momento del día, y qué hacia durante la oración, dependía completamente de la inspiración del momento. Esto anduvo bien hasta que el entusiasmo pasó. Entonces la postergué hasta la noche; a esa hora ya estaba muy cansado para orar, y los pensamientos me distraían fácilmente. Mi oración era como una prueba de resistencia. El tiempo que le dedicaba bajó casi a cero. Lentamente aprendí a ser fiel de manera concreta y práctica. Primero me comprometí a orar una hora cada mañana, y a no dejar esta obligación sin una buena razón. Luego tomé conciencia de que un compromiso fiel a la oración personal, requería reordenar muchos otros aspectos de mi vida. Acostarme tarde me dejaba exhausto durante la oración. Tuve que eliminar algunas actividades de mis horarios para poder orar. Muchas distracciones en la oración eran causadas por la inestabilidad de mi estilo de vida y de mis relaciones personales. Superar estas distracciones significó poner un mayor orden y estabilidad en esas áreas de mi vida. Me ayudaba a centrar mis pensamientos en el Señor, elegir un pasaje de la Biblia para meditarlo la noche anterior. Al comienzo de la oración me imaginaba la escena descripta en el pasaje, esto me ayudó a superar las distracciones durante la oración. Finalmente, después de orar escribía en un cuaderno lo que había ocurrido durante la oración, incluyendo cualquier reflexión que hubiese hecho sobre como responderle mejor al Señor. En tiempos de gran motivación e inspiración, dejaba de lado esta estructura para dar paso a la inspiración del Espíritu. Pero en tiempos de sequedad la estructura me protegía de que mi oración personal, sencillamente desapareciese” José Breault

Conclusión

No debemos tomar nuestra relación con el Señor a la ligera. Es una opción seria. Si somos negligentes. Si somos negligentes cosecharemos las consecuencias: una vida cristiana sin poder, muy desprovista de paz y de orientación. En cambio, si la cultivamos mediante la oración personal y la reflexión de la Palabra de Dios, nuestra vida testimoniará la alegría, la fuerza y la confianza que solo se hallan en la relación con el Señor.

Luego de leer el texto responde: ¿Qué te dice al corazón? ¿Qué enseñanza te deja? ¿Cuánto tiempo le dedicas a la oración personal y que momentos? ¿Qué dificultades encuentras al orar? ¿Algo del texto te sirve para mejorar la oración? ¿Qué?


Bert Ghezzi citado en "La oración Personal" Ed. de la Palabra de Dios

viernes, 3 de julio de 2009

La oración es indispensable

La oración es tan necesaria en nuestra vida espiritual como lo es respirar para nuestra vida del cuerpo.
Todos los seres humanos, estamos formados por una parte material que es el cuerpo y por una parte espiritual que es el alma. Tanto nuestro cuerpo como nuestra alma tienen una serie de necesidades. Solemos atender con mayor frecuencia y rapidez las necesidades del cuerpo y dejamos muchas veces a un lado las necesidades del alma. Cuando esto sucede, experimentamos un vacío en nuestras vidas. Es importante saber atender a nuestra identidad completa dándole al alma la importancia que merece.
La oración es tan necesaria en nuestra vida espiritual como lo es respirar para nuestra vida del cuerpo. El hombre, por estar formado de alma y cuerpo, tiene en su misma naturaleza una sed de cosas infinitas, siente la necesidad de conocer a Dios, intuye la presencia de un Ser Superior, de Alguien infinito que es la respuesta a sus necesidades. La historia de la existencia humana da prueba de la religiosidad innata del hombre en las distintas épocas y en las diferentes culturas.

En la actualidad, después de una época en que el hombre se olvidó de Dios para adentrarse en un materialismo sorprendente, hace apenas unos cuantos años, hemos sido testigos de un despertar espiritual en la sociedad. Los hombres se han dado cuenta de que lo material no satisface sus inquietudes eternas y ha regresado a buscar a Dios. Desgraciadamente, muchos han intentado encontrarlo a través de caminos erróneos como la meditación trascendental, la dianética, la cienciología, las técnicas orientales de meditación y relajación, la quiromancia y la adivinación. En todos estos casos, se habla del espíritu y de un ser superior, un dios cósmico, un dios presente en los elementos que conforman el universo y los ejercicios que realizan los centran en ellos mismos, pues buscan como único fruto "sentirse bien", estar en paz con ellos mismos.
La oración cristiana es muy diferente a estas técnicas que están de moda, porque es una oración personal (de persona a persona) en la que nosotros hablamos con Dios que nos creó, nos conoce y que nos ama. Nuestro Dios es una persona, no algo etéreo como el cosmos o el universo. No es un dios "cósmico", es un Dios con el que podemos dialogar de persona a persona porque nos conoce a cada uno y sabe qué es lo que necesitamos. Dios es un Padre que nos ama, y con la oración nosotros participamos de su amor. Es un Padre que llena de bendiciones a sus hijos.

La oración cristiana da frutos, no sólo con uno mismo sino con los demás, nos hace crecer en el amor a Dios y a los hombres. Cuando un hombre aprende a orar, jamás vuelve a tener sed, no vuelve a experimentar ningún vacío interior pues la oración llena las necesidades de su alma. Algunos quizá, hayamos alguna vez intentado orar con toda nuestra buena voluntad, pero los esfuerzos que hicimos no dieron el fruto que esperábamos y terminamos desanimados y abandonando la oración. ¿Por qué nos pasa esto? Porque no sabemos orar, necesitamos aprender a orar.
Las personas que han aprendido a orar, han encontrado el gusto por la oración y han logrado vencer obstáculos que en otro momento de sus vidas les hubieran parecido muy difíciles de superar como la falta de tiempo y el no poderse concentrar. Se puede decir que la oración ha pasado a ser parte de su vida. Aprender a orar es aprender a estar atentos a la acción de Dios.
Existen métodos, que nos ayudan a aprender a orar pero son sólo unas guías que nos acompañan a determinado punto y después ya desaparecen porque logramos entrar en comunicación con Dios. Son ayudas, apoyos para profundizar en nuestra oración. Así como los deportistas se preparan y entrenan para conseguir mejores resultados, el alma tiene capacidades espirituales que pueden estar dormidas por falta de preparación y entrenamiento.
Si nosotros aprendemos a orar, encontraremos en Dios la respuesta a todas nuestras inquietudes, encontraremos la paz espiritual y nuestro corazón se encontrará lleno de energía para dar amor a los demás. Con la oración ocurre lo que con la levadura que fermenta la masa o con una antorcha que alumbra una habitación.

Así es la oración: ilumina y fermenta toda nuestra vida y nos hace crecer en nuestro interior. Dios se convierte en un Alguien en nuestras vidas y no es sólo una "idea" sin vida.

(Extraido del sitio www.catolicos.org.ar)

martes, 30 de junio de 2009

En oración ante ti


En oración te busco, Señor
en oración te escucho
en oración dialogo
en oración te encuentro
Mi Dios, mi Amor, mi todo
¡que bello es encontrarme contigo
y de este modo
penetrar en tus misterios
y contemplarte todo el tiempo!
Que bello es sentirte en el silencio
escuchar tu voz hermosa
adorarte, alabarte
y bendecir tu Santo Nombre
que bello es estar en tu presencia
y dejarte obrar en mi
¡Que bello es orar la vida
y estar horas ante ti!

domingo, 28 de junio de 2009

¿Por qué Taller de Oración Juan Pablo II?

La idea de realizar un Taller de oración por internet surgió luego de un momento de oración personal, en el cual me vino a la mente el deseo de poder ayudar a profundizar y mejorar la oración personal de todos aquellos que así lo quisieran.
Como toda inspiración aunque sea buena si no viene del Señor no tiene un resultado favorable, ya que escrito está en la Biblia que toda obra que viene de hombres se destruye por sí misma pero toda obra de Dios no podrá ser destruida, decidí entregarle a El este deseo que surgió en mi corazón.
Puse en mi msn un nink aunciando el armado del taller y pidiendo a aquellos que tuvieran interés que me lo hicieran saber y lo mismo hice via email. Un hermano me sugirió que ofreciera por esta obra pequeñas mortificaciones al Señor y se las entregara durante la Santa Misa, lo cual realicé con gusto. Y Así, poco a poco comenzaron a incribirse.
Sabemos que cuando entre tus contactos tienes hermanos de paises totalmente diferentes lograr que la mayoría de ellos, interesados en el taller, pudieran tener disponible un día de la semana a un mismo horario para ingresar al messenger y participar de las charlas introducctorias del taller es bastante dificil, pero si Dios está de por medio todo logra acomodarse. Fue así que hablando con cada uno logramos armar el primer grupo que comenzará el primer domingo de julio a las 16 hs de argentina y está en espera el segundo grupo para un día de la semana.
La dinámica consiste en charlas introductorias de cada tema (desde qué es la oración, cuáles son las dificultades que surgen a la hora de dedicarnos a un momento de intimidad con el Señor y como combatirlos, hasta los diferentes grados de oración, etc) y compartiremos las experiencias de cada uno en base al material que recibirán por correo, la información adicional publicada en este medio y los ejercicios prácticos sugeridos.
A partir de la fecha de comienzo cada inscripto recibirá en su casilla de correo el material en el que se desarrolla en profundidad cada tema introducido en el encuentro por msn y tendrá que realizar un ejercicio personal de oración para ir mejorando día a día (dichas actividades irán de la más sencilla a la más compleja a medida que avancemos en la forma de orar) y en el msn compartiremos cómo nos ha ido.
Así mismo se tendrá permanente contacto via email y msn fuera del horario de encuentro para cualquier consulta y asi tambien se podrá acceder al blog para profundizar un poco más conformo lo vayamos queriendo.
El nombre "Taller de oración, Juan Pablo II" surgió luego de que una hermana me dijera que consideraba importante que el taller llevara el nombre de algun Santo que sea maestro e intercesor desde el cielo. Esto me pareció lindo y decidí tambien entregarselo al Señor pidiendole con confianza me hiciera saber a quien poner.
Fue así que al día siguiente un hermano me pasa un link de un video de la visita de Juan Pablo II a mexico y al rato al comentarle a una amiga mi busqueda del santo intersesor me dice con seguridad: Juan Pablo II; pensé que podría tratarse de la respuesta del Señor. Por tanto, comencé a investigar sobre él y encontré que además de ser reconocido por su oración devota (hay testimonios incluso de una persona que se convirtió al verlo orar con tanta pasión y devoción) por ser que falleció a primeras horas de un domingo se le dedica el primer domingo de mes y el taller ya desde antes estaba planteado que comenzaría el primer domingo de julio. No me quedaron dudas de que era el "santo" (porque pronto lo será) que el Señor me enviaba.
Espero que este taller de oración y el material que aqui publicaré nos ayude a todos, bajo la intercesion de Juan Pablo II, a profundizar y mejorar diariamente nuestro encuentro personal con el Señor!