jueves, 20 de enero de 2011

Rosario de liberacion

El Rosario de la Liberación se inicia con la siguiente Oración de Fe....

Jesús, te pedimos perdón por todos nuestros pecados. Pedimos además, en tu nombre a Dios Padre, que Él envíe el Espíritu Santo, derramando en (mi) nuestro corazón el don de proclamar tu Palabra, con mucha fe y confianza, a través del Rosario de la Liberación. Te pedimos, Jesús, que tu poder se manifieste en nuestra vida, que Tu realices milagros y prodigios a través de esta poderosísima oración de fe que no es otra cosa sino la proclamación de tu Palabra.
Amen. ¡Aleluya ¡

Se inicia con el Credo y termina con la oración del Salve... Dios te Salve Reina y madre... etc.

En cada cuenta del Padre Nuestro, nosotros vamos a proclamar la Palabra de Dios: “Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres”. (Jn. 8, 36).

Si por ejemplo, oro por mi mismo, diré (en cada cuenta del Padre Nuestro): Si Jesús me libera, seré verdaderamente libre. Si oro por mi familia, diré: Si Jesús libera a mi familia, mi familia será verdaderamente libre. ¡Se esta proclamando la Palabra de Dios!
En cada cuenta de las Avemarías, oramos:

¡ Jesús, ten piedad de mi ¡ (
¡ Jesús, sáname! (
¡ Jesús, sálvame! ( Rezar en cada cuenta de las
¡ Jesús, libérame! ( Avemarías

Si oras por tu familia, deberá rezar cada cuenta de las Avemarías;

¡ Jesús, ten piedad por mi familia!
¡ Jesús, sana mi familia!
¡ Jesús, salva mi familia!
¡ Jesús, libera mi familia!

Y en cada cuenta del Padre Nuestro:

Si Jesús libera a mi familia, mi familia será verdaderamente libre.

Si oras por una persona, por ejemplo José, harás de la siguiente forma:

Si Jesús libera a José, José será verdaderamente libre.

En cada cuenta de las Avemarías:

¡ Jesús, ten piedad de José! ¡ Jesús, sana a José! ¡ Jesús, salva a José¡
Jesús, libera a José!

Después de rezar el Rosario de la Liberación completo, agradece a Jesús por las Bendiciones que Él esta derramando sobre ti, y sobre aquellos que estas intercediendo.
Alabado Seas siempre Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo.


NOTA: El rezo de cada rosario de la liberación te llevará no más de 10 minutos. También toma nota de la importancia que tiene el hecho de que al terminar de rezar este Rosario de la Liberación, habrás invocado el nombre de Jesús 205 veces. El rezo de este rosario no impide que continúes con la devoción del rosario mariano. Por último se te recomienda que siempre que vayas a rezar por cualesquier persona deberás rezar primero un rosario de la liberación por ti mismo (a).

lunes, 17 de enero de 2011

Amor oblativo

Oracion de acogida

Oracion de salida y quietud

Busco tu rostro

Ejercios de oracion para esta semana

Puede realizar un ejercicio por día en el orden que desees. Recuerda comenzar siempre invocando al Espíritu Santo. La consigna de esta semana es pedirle al Señor el gusto por la oración.

1) Modalidad de oración escrita: Escogeremos un lugar tranquilo donde podamos estar a solas con el Señor. Luego de relajarnos y aquietar nuestra mente vamos a escribirle una carta a la Virgen María pidiéndole que nos enseñe a orar y nos conceda la gracia de disfrutar los momentos de oración como ella supo hacerlo siempre. Le expresaremos las dificultades que tenemos para rezar y le pediremos que nos ayude a superarla. Finalmente, quemaremos esta carta como signo de nuestro deseo de que nuestra petición llegue al cielo (haz esto con mucho cuidado, conviene poner la hoja en un tacho de lata y dejar allí que se consuma). Esta modalidad de oración es recomendable para momentos de dispersión ya que el tener que escribir nos ayuda a concentrarnos.

2) Queremos dejar que el Señor transforme nuestra vida. Por eso te recomienda que intentes aplicar esta modalidad de oración:

Ejercicio de acogida

Así como en el ejercicio Salida y quietud, el "yo" sale y se fija en el TU, en este ejercicio de acogida, yo permanezco quieto y receptivo, y el TU sale hacia mí y yo acojo, gozoso, su llegada. Es conveniente efectuar este ejercicio con Jesús resucitado.
Utilizamos el verbo sentir. Sentir no en el sentido de emocionarse, sino de percibir. Se pueden sentir tantas cosas sin emocionarse. Siento que el suelo está frío, siento que la cabeza me duele, siento que hace calor, siento tristeza.
Ayúdate de ciertas expresiones (que al final indicaré), comienza a acoger, en la fe, a Jesús resucitado y resucitador que llega a ti. Deja que el Espíritu de Jesús entre e inunde todo tu ser. Siente que la presencia resucitada de Jesús llega hasta los últimos rincones de tu alma mientras vas pronunciando las expresiones.

Siente cómo esa Presencia toma plena posesión de lo que eres, de lo que piensas, de lo que haces; cómo Jesús asume lo más íntimo de tu corazón. En la fe, acógelo sin reservas, gozosamente. En la fe, siente cómo Jesús toca esa herida que te duele; cómo Jesús saca la espina de esa angustia que te oprime; cómo te alivia esos temores, te libera de aquellos rencores. Hay que tomar conciencia de que esas sensaciones generalmente se sienten en la boca del estómago como espadas que punzan. Por eso se habla de la espada del dolor. Luego salta a la vida. Acompañado de Jesús y revestido de su figura, haz un paseo por los lugares donde vives o trabajas. Preséntate ante aquella persona con quien tienes conflictos. Imagínate cómo la miraría Jesús. Mírala con los ojos de Jesús. Cómo sería la serenidad de Jesús si tuviera que enfrentarse con aquel conflicto, afrontar esta situación, qué diría a esta persona, cómo serviría en aquella necesidad. Imagina toda clase de situaciones, aun las más difíciles, y déjale a Jesús actuar a través de ti: mira por los ojos de Jesús, habla por su boca, que su semblante aparezca por tu semblante. No seas tú quien viva en ti sino Jesús. Es un ejercicio transformante o cristificante. Toma una posición orante. Igual que en el ejercicio Salida y quietud, después de pronunciar y vivir la frase quédate un tiempo quieto y en silencio, permitiendo que la vida de la frase resuene y llene el ámbito de tu alma.


Jesús, entra dentro de mí.

Toma posesión de todo mi ser.

Tómame con todo lo que soy.

lo que pienso, lo que hago.

Toma lo más íntimo de mi corazón.

Cúrame esta herida que tanto me duele.

Sácame la espina de esta angustia.

Retira de mí estos temores,

rencores, tentaciones...

Jesús, ¿qué quieres de mí?


¿Cómo mirarías a aquella persona?

¿Cuál sería tu actitud en aquella dificultad?

¿Cómo te comportarías en aquella situación?

Los que me ven, te vean, Jesús.

Transfórmame todo en ti.

Sea yo una viva transparencia de tu persona.

3) Para sumergimos en las profundidades del misterio de Dios te sugiero esta modalidad de oración:

Salida y quietud

En este ejercicio se pronuncia mentalmente o en voz suave alguna expresión (que más tarde señalaré).Apoyado en la frase, el yo sale hacia el TU. Al asumir y vivenciar el significado de la frase, ésta toma tu atención, la transporta y deposita en un TU. Hay, pues, un movimiento o salida. Y así, todo yo queda en todo TU. Queda fijo, inmóvil. Hay, pues, también una quietud.
Quiero decir: no debe haber movimiento mental. Es decir, no debes preocuparte de entender lo que la frase dice. En todo entender hay un ir y venir. Nosotros, ahora, estamos en adoración. No debe haber, pues, actividad analítica.
Al contrario; la mente, impulsada por la frase, se lanza hacia un TU, quieta y adherida, admirativamente, contempladora posesivamente, amorosamente. Por ejemplo, si dices "Tú eres la Eternidad Inmutable" no debes preocuparte de entender o analizar cómo y por qué Dios es eterno, sino mirarlo y admirarlo estáticamente como eterno.
Después de silenciar todo el ser, haz presente en la fe a Aquel en quien existimos, nos movemos y somos. Comienza a pronunciar las frases en voz suave. Trata de vivir lo que la frase dice hasta que tu alma quede impregnada de la sustancia de la frase.
Después de pronunciarla, quédate en silencio unos treinta segundos o más, mudo, quieto, como quien escucha una resonancia, estando la atención inmóvil, compenetrada posesivamente, identificada adhesivamente con la sustancia de la frase, que es Dios mismo.
En este ejercicio tienes que dejarte arrebatar por el TU. El "yo" prácticamente desaparece mientras que el TU domina toda la esfera.

He aquí unas cuantas expresiones que pueden servir para este ejercicio:

Tú eres mi Dios.
Desde siempre y para siempre Tú eres Dios.
Tú eres eternidad inmutable.
Tú eres inmensidad infinita.
Tú eres sin principio ni fin.
Estás tan lejos y tan cerca.
Tú eres mi todo.
Oh profundidad de la esencia
y presencia de mi Dios.
Tú eres mi descanso total.
Sólo en Ti siento paz.
Tú eres mi fortaleza.
Tú eres mi seguridad.
Tú eres mi paciencia.
Tú eres mi alegría.
Tú eres mi vida eterna,
grande y admirable Señor

Nota: no olvides anotar tus experiencias para tener un registro de lo que Dios va haciendo en vos. Bendiciones!

Para meditar esta semana

· Cuanto menos se ora, menos ganas de orar

Cuanto mayor va siendo la dispersión interior, no faltarán menos motivos para abandonar el trato con Dios. Se va debilitando el gusto por Dios en la medida en que crece el gusto por la multiplicidad dispersa (personas, acontecimientos, sensaciones fuertes); comienza a declinar el hambre de Dios en la medida en que crece la dificultad para estar satisfactoriamente con él.

Abierto este círculo nos hallamos en una verdadera pendiente: mientras voy desligándome del absolutamente Otro, voy siendo tomado por los otros. Mientras el mundo y los hombres me reclaman y parece agotar el sentido de mi vida, Dios es una palabra que va vaciándose cada vez más de sentido.

Al orar poco, sentimos que hay dificultades para orar, como que las facultades interiores se endurecen. Y al sentir la dificultad se tiende a abandonar la oración dentro de la ley del menor esfuerzo. Y la gracia se inhibe.

· Cuanto más se ora, Dios es más Dios con nosotros

Dios no cambia, él es definitivamente pleno y, por consiguiente, inmutable. Está pues, inalterablemente presente en nosotros y no admite diferentes grados de presencia. Lo que realmente cambian son nuestras relaciones con él según el grado de fe y amor. La oración hace más densa esas relaciones, se produce una penetración más entrañable del yo-tu a través de la experiencia afectiva y el conocimiento gozoso y la semejanza y unión con él pueden llegar a ser más profundas.

Cualquiera de nosotros puede experimentar que mientras más profunda es la oración, siente a Dios más próximo, presente, patente y vivo. Y cuanto más resplandece la gloria del rostro del Señor sobre nosotros (Salmo 30), los acontecimientos quedan envueltos en un nuevo significado (Salmo 35) y la historia queda poblada por Dios. El Señor se hace vivamente presente en todo.

Cuando se ha estado con Dios él va siendo cada vez más alguien por quien y con quien se superan las dificultades. Cuanto más se vive a Dios más ganas hay de estar con él y cuanto más se está con Dios, Dios es cada vez más alguien.

Y en la medida en que el hombre contemplador avanza en los misterios de Dios, Dios deja de ser idea para convertirse en transparencia y comienza a ser libertad, humildad, gozo, amor y progresivamente se va transformando en una fuerza irresistible y revolucionaria que saca todas las cosas de su sitio: donde había violencia pone suavidad, donde había egoísmo pone amor y cambia por entero la faz del hombre.