martes, 20 de abril de 2010

La imagen real de Dios

La imagen de Dios en el amor

La imagen evangelizadora y perfecta de Dios es la Caridad, el amor. Esta experiencia de amor de Dios la recogemos de diferentes fuentes:

1) De la experiencia de nuestra conversión. Dejar la condición de pecador por el arrepentimiento, supone la confianza en el Dios que perdona.

2) De la experiencia del camino interior. Por él se avanza a través de una conversión progresiva a la caridad y aun abandono interior al amor de Dios que va transformando unitivamente a la persona humana en la comunión de Jesús con el Padre.

3) De la experiencia del camino de la fraternidad. Por él también se recoge una experiencia de amor trinitario a través de la alianza y la comunión fraterna a que conduce la vida del mandamiento de Jesús.

4) De la experiencia de Dios recogida en las escrituras y vivenciada desde la fe de su lectura y oración.

La experiencia de Dios en la Palabra

La imagen de Dios es el Amor y desde el amor, el hombre personaliza su vida y la hace comunidad fraterna. La imagen real de Dios lleva a la fraternidad comunitaria. Esto es pasar del Dios conmigo del individualismo al Dios con nosotros del Evangelio.

El pecado es la falta de amor mas que falta contra la ley o el amor. La falta de amor es una forma de ateismo porque si Dios es amor, cuando no amo estoy negando a Dios y afirmando una ausencia de Dios.

Conclusión

El Dios realmente Dios es un Dios que se descubre, habla y se revela para que el hombre pueda conocerlo y descubrirse así mismo como hijo suyo.

Es un Dios que nos ama antes que nosotros podamos amarlo o pronunciar su Nombre y por eso, en El aprendemos lo que es el amor. Es un Dios que no se puede usar o manejar, sino amar y servir. Es dueño y Señor y se manifiesta como fin o meta de la existencia humana. Frente a él definimos nuestra existencia eterna, nos enjuicia por derecho y no por prepotencia.

Mi encuentro con él me descubre mi irresponsabilidad de ser en la vida, me hace tomar conciencia de mi ser pecador. Me hace ver que no asumí mi condición profunda y trascendente de hombre pero, a la vez, me llama, espera y perdona.

Es un Dios que me necesita y espera no tanto que le pida, cuanto que me ofrezca a ayudarlo y servirlo. Es un Dios que busca aliados y edifica sobre la fe como respuesta de amor y compromiso de fidelidad. Quiere establecer una relación de gracia y amistad en base a la entrega de amor y no sobre meras ideas o sentimientos. Por eso quiere que trate a los demás hombres como hermanos.

El Dios que se nos revela en la Escritura es un Dios que se acerca tanto al hombre que se hace uno de nosotros. Ser testigos es comprometerse absolutamente con el amor de Dios manifestado en Jesucristo y su Evangelio

(El rostro real de Dios. P. Ricardo Martesen. Ed de la Palabra de Dios.)

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