Sugerimos diez orientaciones para ayudar nuestra oración:
1) Sencilla: “Pidan y se les dará” (Lc 11, 1)
En la oración debemos alcanzar una relación familiar con el Señor y conservar esa sencillez. Una forma muy simple es decir el nombre de Jesús.
2) Espontánea: “Si se quedan en mí y mis palabras permanecen en ustedes, todo lo que pedirán se les concederá” (Jn, 15, 7)
Si oramos con espontaneidad podremos cumplir lo que el Señor dice de orar en todo tiempo.
3) Pausada: “Y sepan que el Reino de los cielos está en medio de ustedes” (Lc 17, 21)
Es preciso escuchar, después hablar. No hay que hacer de la oración un monologo. Seamos lentos para hablar y prontos para escuchar.
4) Sincera: “Les aseguro que quien no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él” (Mc 10, 15)
Hay que acercarse simplemente al Señor como los niños pequeños y pedir con naturalidad como piden ellos, sinceramente.
5) Inspirada en la Sagrada Escritura: “Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar, para rebatir, para corregir, para guiar en el bien” (2 Timoteo, 3-16)
Nuestra oración será tanto más sólida cuando más esté basada en la Sagrada Escritura. Los Salmos son oraciones muy hermosas, podemos recurrir a ellas cuando experimentamos aridez. También podemos pedirle a Dios que nos hable a través de su Palabra y abrir la Biblia al azar para meditar lo que nos quiera decir.
6) A la hora fijada: “Pedro y Juan subían al Templo para la oración de las tres de la tarde” (Hech 3, 1)
Así como hay un horario de trabajo también hay un tiempo para orar, aunque para cumplir con la oración necesitamos igualmente un esfuerzo grande de voluntad.
7) A la medida de cada persona: “El Espíritu Santo les enseñará en ese mismo momento lo que hay que decir” (Lc 12, 12)
Cada persona ora de manera diferente según como la guía el Señor.
8) Persona, eclesial, compartida: “Y después de despedirlos, se fue al cerro a orar” (Mc 6, 46) “Asimismo, si en la tierra unen sus voces para pedir cualquier cosas, estén seguros que mi Padre se las dará” (Mt 18, 18)
Nuestra vida de oración es como un trípode de tres pies. El primer pie es la oración personal: encerrarse a orar en privado. Necesitamos estar solos con el Señor.
El segundo pie es la oración de la comunidad eclesial: misa dominical o servicio religioso. Hay algo especial cuando la comunidad entera se reúne en nombre del Señor para orar. Para un católico la misa es la mejor oración ya que es el sacrificio de Jesús y toda oración lleva a la iglesia.
En tercer lugar, necesitamos orar con un grupo pequeño: nuestro grupo de oración. Es la pequeña comunidad que responde a muchas de nuestras necesidades, entre ellas las de recibir orientación y consejos.
9) Orientada por el Espíritu: “Esperen que lo prometido del Padre, de lo que ya les he hablado: que Juan Bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en el soplo del Espíritu Santo dentro de pocos días” (Hech 1, 4-5)
El Espíritu Santo nos conduce a una oración profunda.
10) Saboreada: “Pon tu alegría en el Señor, él hará lo que desea tu corazón” (Sal. 37, 4) Toma de tu oración u pensamiento y llévalo contigo para saborearlo mentalmente a lo largo del día.
(Resumen del texto “10 mandamientos sobre la oración” en “Oración con Jesús” Roberto de Grandis, ediciones paulinas, 1992)
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Hace 6 meses
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