viernes, 1 de enero de 2010

La consagración a María

“La Consagración a María Santísima consiste en entregarse enteramente a Ella a fin de pertenecer más plenamente a Jesús, por su mediación” (San Luis Grignon de Montfort, Tratado de la verdadera devoción).
La Consagración a María implica entregar todo lo que tenemos para siempre. Es decir, es el ofrecimiento de toda nuestra vida y de todas nuestras cosas como homenaje a la Reina.
La Consagración a María es la senda más fácil, más breve, más perfecta, más segura para llegar a Dios y de Dios obtener, por la mediación de la Madre, todo lo que necesitamos para la salvación y la santidad, fuente de felicidad, de paz y de abundandantes gracias para perseverar en el camino de Dios hasta la muerte.
El Papa Juan Pablo II resume su consagración con su lema "Totus tuus ego sum. Et mea omnia tua sun" (Soy todo tuyo. Y todo lo mío es tuyo), y ha propuesto la Consagración a Cristo por manos de María como medio eficaz para vivir fielmente el bautismo (Redemptoris Mater 48).

Virgen María, Madre mía

Me consagro a ti y confío en tus manos toda mi existencia.

Acepta mi pasado con todo lo que fue.

Acepta mi presente con todo lo que es.

Acepta mi futuro con todo lo que será.

Con esta total consagración

te confío cuanto tengo y cuanto soy, todo lo que he recibido de Dios.

Te confío mi inteligencia, mi voluntad, mi corazón.

Deposito en tus manos mi libertad; mis ansias y mis temores; mis esperanzas y mis deseos; mis tristezas y mis alegrías.

Custodia mi vida y todos mis actos para que le sea más fiel al Señor y con tu ayuda alcance la Salvación.

Te confío ¡Oh María!, mi cuerpo y mis sentidos para que se conserven puros y me ayuden en el ejercicio de las virtudes.

Te confío mi alma para que tu la preserves del mal. Hazme partícipe de una santidad igual a la tuya; hazme conforme a Cristo, ideal de mi vida.

Te confío mi entusiasmo y el ardor de mi juventud, para que tu me ayudes a no envejecer en la fe.

Te confío mi capacidad y deseos de amar; enséñame y ayúdame a amar

como Tú has amado, y como Jesús quiere que se ame.

Te confío mis incertidumbres y angustias, para que en tu corazón yo encuentre

Seguridad, sostén y luz, en cada instante de mi vida.

Con esta consagración me comprometo a imitar tu vida.

Acepto las renuncias y sacrificios que esta elección comporta, y te prometo, con la gracia de Dios y con Tu ayuda, ser fiel al compromiso asumido.

¡Oh María!, soberana de mi vida y de mi conducta, dispón de mí, y de todo lo que me pertenece, para que camine siempre junto al Señor bajo tu mirada de Madre.

¡Oh María! Soy todo tuyo y todo lo que poseo te pertenece ahora y siempre.

¡AMEN!



No hay comentarios:

Publicar un comentario