domingo, 23 de agosto de 2009

La oración de alabanza

Llamamos alabanza a toda oración que brota espontáneamente de nuestros labios para exaltar las obras de Dios, atribuyéndole a El, junto con toda la grandeza, belleza y esplendor de su creación.

Cuanto más alabamos a Dios, más percibimos su presencia en nuestro medio, en el ambiente en que vivimos y, personalmente, en nosotros mismos, pues la alabanza nos revela la obra de Dios y la que nosotros, la raza humana, somos la obra principal.

La alabanza nos libera. Por estar dirigida exclusivamente a Dios, nos saca del centro de nuestras atenciones, que tantas veces nos hacen personas ciegas, egoístas, cerradas en sí mismas y esclavas de sus “mundos”, pequeños y mezquinos, más repleto de afectaciones y vanidades.

La alabanza puede aliviar esos dolores y convencernos de que para cada mal aparente, Dios siempre nos reserva un bien mayor y permanente.

La oración de alabanza es un bálsamo para nuestras heridas espirituales más malignas, un estimulo para nuestros grandes y decepcionantes fracasos, una inyección de ánimo para nuestras más profundas decepciones y amarguras.

Es importante que diariamente hagas la experiencia de comenzar tus oraciones personales con momentos de intensa alabanza, preparando así tu corazón para que de él broten tus súplicas y oraciones más sinceras, dirigidas a Dios.

Aprendiendo a orar con los Salmos

Tú puedes encontrar una inspiración para desarrollar una alabanza profunda y beneficiosa utilizando cada uno de los muchos salmos de alabanza que la Biblia presenta, tratando de actualizar y personalizar algunas de las citas.

Por ejemplo, tómenos el salmo 91 que en sus primeros versículos dice:

Es bueno alabar al Señor, y

Cantar, Dios altísimo, a tu Nombre;

Proclamar tu amor de madrugada,

Y tu fidelidad en las vigilias de la noche,

Con el arpa de diez cuerdas y la lira,

Con música de citara.

Tú me alegras, Señor, con tus acciones,

Cantaré jubiloso por la obra de tus manos (Salmo 91, 2-5)

Toma ahora una hoja de papel en blanco y copia ese Salmo, escribiendo en lugar de arpa de diez cuerdas el nombre de los instrumentos musicales que actualmente, utilizamos para alabar al Señor, haz lo mismo con la palabra cítara. Usando tu creatividad recuerda los innumerables instrumentos musicales utilizados en tu iglesia que nos ayudaban a alabar a Dios.

Después de copiar la frase: “tú me alegras, Señor con tus acciones”, enumera todo el bien que has hecho en tu vida. Continúa citando en voz alta y anotando en la hoja de papel todos estos hechos y agradeciendo a él de todo corazón por ello. Veras cuantas cosas ha hecho Dios a tu favor en tu vida y que, muchas veces, pasan desapercibidas.

A continuación, al transcribir en el papel: “cantaré jubiloso por la obra de tus manos”, sal de ti mismo, mira a tu alrededor y exalta a Dios por las grandes obras que El hace en la actualidad.

Terminado esto en voz alta el Salmo modificado y transformado en oración personalizada procura interiorizar cada vez más tus palabras.

Busca otros salmos y haz nuevamente esta experiencia de alabanza. Siempre después de una buena oración de alabanza sentirás una profunda sensación de paz interior.


Extraido del libro “Orar con eficacia y poder” A. M. Kather Filho. Ed claretiana, 2009


1 comentario:

  1. que lindo artículo.. el amorde Dios alimenta y sana nuestra alma!

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