domingo, 28 de febrero de 2010

Consagración a la Inmaculada

Oh, inmanculada Reina del Cielo y de la tierra, refugio de los pecadores y madre nuestra amorisísima a quien Dios quiso confiar la entera economía de la misericordia yo, indigno pecador, me postro a tus pies suplicándote humildemente que me quieras aceptar todo y completamente como cosa tuya y que hagas lo que te agrade de mí, de todas las facultades de mi alma y de mi cuerpo, de toda mi vida, muerte y eternidad.
Haz de mí y de todo mi ser lo que tu quieras sin reserva alguna para que se cumpla lo que fue dicho de ti: "Ella te aplaztará la cabeza" (Gn 3, 15) como asi también: "Tú destruiste la herejia en el mundo entero" (oficio de la bienaventurada Virgen Maria) para que en tus manos inmaculadas y misericordiosas yo llegue a ser un instrumento util para injertar e incrementar lo más fuertemente posible tu gloria en muchas almas extraviadas e indiferentes y para extender, de ese modo, lo más que sea posible, el bendito reino del Sacratísimo Corazón de Jesús. En donde tú entras, obtienes la gracia de la conversión y de la santificación, ya que toda gracia fluya, a través de tus manos, del Corazón dulcísimo de Jesús hasta nosotros.
Concedeme que te alabe Virgen santisima, dame fuerza contras tus enemigos. Amen

(oracion de consagración escrita por San Maximiliano Kolbe)

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