sábado, 31 de octubre de 2009

La Eucaristia

El mejor lugar del universo para encontrarnos con nuestro Dios y manifestarle nuestro amor es la Eucaristía. La Eucaristía es la presencia viva y real de un Dios que, por amor a nosotros, ha venido a esta tierra y ha vivido entre nosotros para demostrarnos su amor. Y, además de todo eso, ha querido quedarse con nosotros hasta el fin del mundo como un amigo cercano. La Eucaristía no es algo hermoso, es Alguien infinitamente hermoso, porque es el mismo Dios en la persona de Jesús.

La Eucaristía es la máxima cercanía de Dios entre los hombres, es su presencia más cercana, la más intensa y más profunda. Cuando vamos ante el sagrario, ahí está realmente el mismo Jesús de Nazaret, a quien podemos hablar con la confianza de un amigo. Cuando asistimos a la misa, ahí asistimos al gran misterio de la Navidad, pues Jesús se hace presente entre nosotros, renovando el gran misterio de aquella noche brillante de la humanidad, cuando Dios vino a la tierra en la figura de un niño pequeñito. Además, la misa es el memorial de su infinito amor, ya que renueva y hace presente entre nosotros el gran amor que nos manifestó, al sufrir, morir y resucitar por nosotros. Y, en el momento de la comunión, podemos recibir su abrazo amoroso, que es la más grande unión que podemos tener con Él en esta tierra. Ni siquiera los ángeles pueden comulgar. Es una gracia sólo para los hombres. ¡Tanto nos ama!

De ahí que la mejor oración, la mejor manera de demostrarle nuestro amor, es hacerlo personalmente ante Él mismo, presente en la Eucaristía. ¿Cómo? Puede haber diferentes maneras: poniéndole velas, flores, haciéndole compañía en adoración silenciosa o, simplemente, diciéndole muchas veces que lo amamos. Él se sentirá feliz de vernos y nos bendecirá más de lo que podemos imaginar. Por eso, cuando no podamos visitarlo personalmente, hagamos visitas espirituales, unámonos a todas las misas que se celebran en el mundo y, sobre todo, deseemos recibirlo todos los días en comunión para recibir su abrazo de amor.

Decía el cardenal Ratzinger, futuro Papa Benedicto XVI: Una iglesia, sin la presencia de Cristo, se halla, de algún modo, muerta; aunque pretenda invitar a los hombres a la oración. Pero, una iglesia, en la cual hay un sagrario, ante el cual luce la lamparita, está siempre viva y es algo más que una edificación de piedra .

El Papa Juan Pablo II decía que Jesús Eucaristía es el corazón palpitante de la Iglesia, el centro de nuestra vida. Por eso, nunca dejemos solo a Jesús, hagamos turnos de adoración en las iglesias, construyamos capillas hermosas a Jesús sacramentado, donde esté permanentemente Expuesto en la custodia, rodeémoslo de flores y de luces para que sintamos más de cerca su amor y su presencia, y nos resulte más fácil decirle que lo amamos.

Cuantas más veces visites a Jesús sacramentado, más robusta estará tu alma. ¡Qué momentos tan sublimes puedes pasar delante de Jesús! La luz roja del sagrario parpadea como si fuera un corazón, que late de amor por Jesús. No seas menos que la lamparita, haz que tu corazón vibre de amor por Jesús, déjate bañar por su luz invisible y dile muchas veces: Jesús te amo. No olvides las palabras que tu ángel te inspira y que Marta le dijo a su hermana María: El Maestro está ahí y te llama (Jn 11, 28).

Por eso, veamos algunas cosas que podrían mejorar la oración:

1) Algunos días, se puede poner una bonita música de fondo durante la oración.
2) Se pueden colocar más luces y flores ante el sagrario para resaltar la presencia viva de Jesús.
3) Se puede hacer la oración ante el Santísimo Expuesto en la custodia para sentir más cercana su presencia.

Ciertamente, orar ante Jesús Expuesto en la custodia con flores y luces especiales, nos llega más al alma. Ojalá que en todas las parroquias del mundo hubiera capillas de adoración perpetua a Jesús sacramentado. La experiencia enseña que estas capillas de adoración dan más facilidad a los fieles para acercarse a Jesús y allí se siente más intensamente su presencia real.

Un sacerdote me decía que en una parroquia habían construido una bella capilla al Santísimo Sacramento para adorarlo durante el día. Y consiguió que todos los días fuera mucha gente a visitar a Jesús con enormes bendiciones para todos. Pero él mismo que, antes se dormía o se distraía fácilmente en su oración personal, iba ante Jesús Expuesto en la custodia y sentía su presencia más cercana, viva y real. Para él, el orar ante Jesús Expuesto en la custodia, resultó ser una fuente inmensa de bendiciones jamás antes conocidas.

Veamos lo que la Virgen María le decía al padre Esteban Gobi, fundador del Movimiento sacerdotal mariano, aprobado por la Iglesia:

Que el Santísimo Sacramento esté rodeado de flores y luces. Adoren a Jesús Eucaristía... Expóngalo frecuentemente a la veneración de los fieles. Multipliquen las horas de adoración pública para reparar la indiferencia, los ultrajes, los numerosos sacrilegios y las terribles profanaciones a las cuales se ve sometido durante las misas negras... En la Eucaristía, Jesús está rodeado de innumerables milicias de ángeles, de santos y de almas del purgatorio (31 de marzo de 1988).

Hijos míos, cuanto más se desarrolle su vida a los pies del sagrario en íntima unión con Jesús en la Eucaristía, tanto más crecerán en santidad... Han llegado los tiempos en que los quiero a todos delante del sagrario, especialmente a los sacerdotes... Estos son los tiempos en que Jesús eucarístico debe ser adorado, amado, agradecido y glorificado por todos... Al pie de cada sagrario en la tierra, estoy con mi presencia maternal, que forma en torno a Él una armonía celestial que lo rodea con todo el encanto del paraíso, con los coros adoradores de los ángeles, la plegaria celestial de los santos y la dolorosa aspiración de tantas almas que están en el purgatorio. En mi Corazón inmaculado todos forman un concierto de adoración perenne de incesante oración y de profundo amor a Jesús, realmente presente en cada sagrario de la tierra. Pero mi Corazón de Madre se entristece, al ver tanto abandono, tanta negligencia, tanto silencio...

Hijos mío, por un milagro de amor que sólo llegarán a comprender en el paraíso, Jesús les ha dado el don de permanecer siempre entre ustedes en la Eucaristía. Pido que se vuelva de nuevo en todas partes a la práctica de las horas de adoración ante Jesús Expuesto en el Santísimo Sacramento. Deseo que se acreciente el homenaje de amor a la Eucaristía y que se destaque aún por las señales sensibles más expresivas de su piedad. Rodeen a Jesús eucarístico con flores y luces, cólmenlo de delicadas atenciones, acérquense a Él con profundos gestos de genuflexión y de adoración. ¡Si supieran cómo Jesús eucarístico los ama, cómo un pequeño gesto de su amor lo llena de gozo y de consolación! Jesús perdona tantos sacrilegios y olvida una infinidad de ingratitudes ante una gota de puro amor.

Cuando van delante de Él, los ve; cuando le hablan, los escucha; cuando le confían algo, acoge en su corazón cada palabra suya; cuando piden, siempre los escucha. Vayan al sagrario para entablar con Jesús una relación de vida simple y cotidiana. Con la misma naturalidad con que buscan un amigo, con que confían en las personas que les son queridas, con que sienten necesidad de un amigo que los ayude, así vayan al sagrario a buscar a Jesús. Hagan de Jesús el amigo más querido, la persona en quien más confían, la más deseada y más amada. Digan su amor a Jesús, repítanselo con frecuencia, porque esto es lo único que lo deja inmensamente contento, lo consuela y lo recompensa de todas las traiciones.

Díganle: “Jesús, tú eres nuestro amor; Jesús, tú eres nuestro gran amigo; Jesús, nosotros te amamos; Jesús, estamos enamorados de Ti” (21 de agosto de 1987).

Repetir continuamente una frase de amor a Jesús Eucaristía puede ser una bellísima manera de orar, y esta frase de amor podemos repetirla en las actividades normales de cada día, haciendo así de nuestra vida una continua oración.

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