domingo, 24 de enero de 2010

Los grados de oración - Parte 2

5. La oración pasiva

En ella el Señor exige todavía nuestra cooperación. Es el Señor el que toma posesión del orante, y este siente una especial intimidad con Dios, una nueva presencia de Dios: experimenta en sí un nuevo modo de orar que ya no depende solamente de él. Dios comienza a obrar en nosotros más visiblemente.

6. La oración mística

En la oración de pasividad hay muchos grados. La obra de Dios ha comenzado tomando posesión del corazón por unos pocos instantes: lo toma, lo une consigo en su voluntad, toma entera posesión de esa voluntad que le ha confiado; pero le deje todavía libre la inteligencia para que piense un poco a su manera, le deja a la fantasía su campo de acción, con todas sus distracciones.
Es la oración de quietud: la voluntad esta de un modo especial unida con el Señor; al principio, por pocos instantes; después poco a poco, cada vez más. Según la experiencia de Santa Teresa, esta manera de orar no dura nunca más de media hora.
En el tiempo siguiente, Dios, si así lo quiere, tomará posesión del orante: no solo la voluntad sino también la inteligencia, se unirá al Señor, hasta la fantasía de modo que ni siquiera conoce ya mas distracciones. Es el segundo grado de oración mística; que se suele llamar el de completa unión; el alma emplea su tiempo en el Señor, de pronto vuelve en sí…había estado enteramente con Dios.
Pero aun tiene el orante ventanas abiertas al mundo; todavía sus oídos oyen, sus ojos ven las cosas, todavía todos sus sentidos son capaces de volverse al mundo… si Dios quiere, sus sentidos también se verán atados: será la unión del éxtasis.

7. La oración de unión

Si Dios quiere, lleva al orante a un contacto más íntimo, que se ha dado en llamar unión de transformación.
Ya no son sólo las facultades del orante las que pasan al poder de Dios como fantasía, voluntad, inteligencia… sino que hasta la sustancia misma del alma es poseía por El. El orante conserva un dominio aparente sobre sus potencias: piensa, oye, mira, ama… pero en el fondo sabe que vive entera y profundamente poseído por Dios; el Señor lo ha tomado por su cuenta y lo guía.
Esta forma de unión será descrita por nosotros solamente bajo dos grados distintos y sucesivos.
El primero, transitorio, se llama desposorio espiritual: consiste en un abrazo momentáneo de Dios, quien pronto deja al orante en su propia iniciativa. El segundo grado, definitivo, es el llamado matrimonio espiritual: consiste en un abrazo definitivo de Dios, que ya no dejará más al alma.
Unión indisoluble, semejante al matrimonio: ciertamente el orante puede desprenderse de ese abrazo, como puede la esposa infiel desprenderse de los brazos del esposo; pero Dios de su parte no deja más al alma. En el fondo de su corazón, el orante experimenta el continuo testimonio de Dios que lo posee y guía. Ya no le quedan recuerdos ni planes de si mismo, por propia e independiente iniciativa, ni vive la vida por cuenta propia…sino más bien, una contante docilidad al Otro, que ha asentado su trono en ese corazón, y quiere ser El quien allí viva.

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