miércoles, 7 de octubre de 2009

Como oraba Juan Pablo II

Toda su vida fue una continua oración. Era un hombre de oración. Se había consagrado a Jesús por María. Su vida era de Jesús y de María para servir a la Iglesia y a todos los hombres. ¡Cuánto amaba a Jesús y a María! Un detalle nos lo cuenta su médico personal, el doctor Renato Buzzonetti: El día del atentado (13-5-1981), en la ambulancia que lo llevaba al hospital, el Santo Padre daba ligeros gemidos e invocaba ininterrumpidamente en polaco: Jesús, María, Madre Mía . Las primeras palabras que dijo públicamente después de la operación, a raíz del atentado, fueron éstas: En unión con Cristo, sacerdote y víctima, ofrezco mis sufrimientos por la Iglesia y el mundo. Y a ti, Virgen María, te repito: Totus tuus ego sum (Soy todo tuyo) .

Su amor a Jesús lo manifestaba especialmente cada día en la celebración de la misa. Decía: Nada tiene para mí mayor sentido ni me da mayor alegría que celebrar la misa todos los días. Ha sido así desde el mismo día de mi ordenación sacerdotal (USA, 14-9-1987).

Para mí, el momento más importante y sagrado de cada día es la celebración de la Eucaristía. Jamás he dejado la celebración del santísimo sacrificio. La santa misa es el centro de toda mi vida y de cada día (27-10-1995). Desde los primeros años de sacerdocio, la celebración de la Eucaristía ha sido, no sólo el deber más sagrado, sino sobre todo la necesidad más profunda del alma... El misterio eucarístico es el corazón palpitante de la Iglesia y de la vida sacerdotal .

En mi capilla privada, no solamente rezaba, sino que me sentaba y escribía. Allí escribía mis libros... Estoy convencido de que la capilla es un lugar del que proviene una especial inspiración. Es un enorme privilegio poder vivir y trabajar al amparo de esta presencia de Jesús . ¡Cómo no sentir una renovada necesidad de estar largos ratos en conversación espiritual, en adoración silenciosa, en actitud de amor, ante Cristo presente en el Santísimo Sacramento! ¡Cuántas veces he hecho esta experiencia y en ella he encontrado fuerza, consuelo y apoyo! .

Juan Pablo II, el gran devoto de María, que decía frecuentemente: El rosario es mi oración predilecta. Un hombre de Dios, que sabía amar a todos sin excepción, y que nos enseña a llevar una vida llena de Dios, de amor y de oración.

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