domingo, 21 de febrero de 2010

Oración del papa Clemente XI

Creo, Señor, fortalece mi fe; espero, Señor, asegura mi esperanza; te amo, Señor, inflama mi amor; pésame, Señor, aumenta mi arrepentimiento.
Te adoro como a primer principio, re deseo como a ultimo fin, te alabo como a bienechor perpetuo, te invoco como a defensor propicio.
Dirigeme con tu sabiduria, conténme con tu justicia, consélame con tu clemencia, protégeme con tu poder.
Te ofrezco, Dios mio, mis pensamientos para pensar en ti, mis palabras para hablar de ti, mis obras para obrar de acuerdo a ti, mis trabajos para padecerlos por ti.
Quiero lo que tú quieres, lo quiero como quieres, lo quiero porque lo quieres, lo quiero en cuento lo quieres.
Te ruego, Señor, que alumbres mi entendimiento, abraces mi voluntad, purifica mi cuerpo y santifica mi alma.
No me inficione la soberbia. no me altere la adulación, no me engañe el mundo, no me prenda en sus redes el demonio.
Concédeme la gracia de depurar la memoria, refrenar la lengua. recoger la vista, mortificar los sentidos.
Llore las inequidades pasadas, rechace las tentaciones futuras, corriga las inclinaciones viciosas, cultive las virtudes que son necesarias.
Concédeme, Dios mio, amar a ti, menosprecio de mi, celo por el prójimo, deprecio del mundo.
Haz que procure obedecer a los superiores, atender a los inferiores, favorecer a los amigos, perdonar a los enemigos.
Venza el deleite con la mortificsción, la avaricia con la largueza, la ira con la mansedumbre. la tibiesa con el fervor.
Hazme prudente en las determinaciones, constante en los peligros, paciente en las adversidades, humilde en las prosperidades.
Haz, Señor, que sea en la oración fervoroso, en la comida sobrio, en el cumplimiento de mis deberes diligente, en los propósitos constante.
Concédeme que trabaje `por alcanzar la santidad interior, la modestia exterior, una conducta edificante, un proceder arreglado.
Que me aplique con diligencia a domar la naturaleza, a corresponder a la gracia, a guardar tu ley y merecer mi salvación.
Dame a conocer, Dios mio, cuán fragil es lo terreno, cuan grande lo celestial y divino, cuan breve lo temporal, cuan duradero lo eterno.
Dame que me prepare para la muerte, que tema el juicio, que evite el infierno y que obtenga la gloria del paraiso por Nuestro Señor Jesucrito. Amén

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