lunes, 7 de febrero de 2011

Ejercicios para serenarse...

Vacio Mental: Concentrate en tu respiracion (de ser posible haz respiracion abdominal). Respira por la nariz inhalando suavente tanto aire como puedas, exala lentamente pronunciando la palabra "nada" sintiendo la sensacion de que todo tu ser está vacio. Repite el ejercicio sintiendo que te relajas. Permanece el mayor tiempo posible con la mente vacia.

Relajación:
Soltar los frenos: Despierta, toma conciencia de que estás con los frenos puestos, tu sistema neuromuscular está crispado, agarrotado. Suelta los frenos, sueltate de golpe de arriba hacia abajo, todo entero. Piensa en tu corazon y sueltalo.

Estatua yacente: Te acuestas en la cama o en el suelo, de espaldas. Los brazos a lo largo del cuerpo, las manos sueltas. Tranquilizate, toma el control de todo tu ser: deja caer los parpados, suelta la mandibula, reduce al minimo la actividad mental, respera hondo y tranquilo. Recorre con atención todo tu organismo y si percibes tension, relaja la zona. Imagina ser una estatua yacente: sientete pesado como un marmol, vacio de emociones y pensamientos como piedra. Permanece asi largo rato, regresa a tu estado normal lentamente, con movimientos suaves.

Relajacion corporal: Sientate correctamente. Suelta de un golpe todo el organismo, respira sereno, inunda de tranquilidad tu mundo interior y toma posesion completa de ti mismo. Recorre cariñosamente cada parte de tu cuerpo. Vacia tu mente. Se trata de tomar conciencia de cada parte de tu cuerpo en forma sensible. Estira, relaja, aprieta, suelta...

El arte de sentir: detente a sentir lo que hay a tu alrededor, cierra los ojos y escucha, siente, percibe.

Concentración, autocontrol: Hacer lo que estamos haciendo, estar presente en la accion. Tomar conciencia de lo que haces.

Para aliviar el dolor: concentrarse en la zona afectada y decirle: descansa, duerme, sociegate

Tecnicas de olvido:
Piensa en un disgusto de tu vida. Imagina que pasas por un prado verde, a una cierta altura sacas delante de ti el disgusto y lo entierras bajo un metro de tierra. Alli se queda para siempre.
Imaginas que llegas a la orilla del mar, alli te espera un angel con su barca. Extrae el disgusto y depositalo alli. Contempla como el angel se lo lleva y lo lanza a las profundidades del mar.
Piensa en otro disgusto, encendemos una hoguera en el patio y echamos ese recuerdo alli hasta que se evapora.

(Del libro "Del sufrimiento a la paz" P. Larrañaga)

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